LA RESPETABLE LOGIA JUAN GONZÁLEZ RÍO (1888-1894)[1]

 Es una pena el escaso espacio que podemos dedicar a un taller de esta envergadura puesto que su estudio, requiere ya de por sí todo un libro, dadas las circunstancias socio-políticas que le tocó vivir y las apuestas que como logia masónica afrontó. 
  Este taller   levanta sus columnas en los valles de Oviedo,  en un mes poco habitual para los trabajos masónicos,  como es el mes de agosto En él  se reúnen hasta  ochenta y siete hermanos masones  provenientes de  las logias Nueva Luz y Caballeros de la Luz, con sus respectivas planchas de quite, y  pasan a constituir una logia capitular denominada Juan González Río en honor a este ilustre francmasón que tantos  servicios  había prestado a la Orden. La logia en un principio  tenía otra ubicación que desconocemos, y en un balaustre de  1892, sabemos que tenían como  punto geométrico o sea la sede de sus trabajos, en  la Corrada del Obispo  nº 7 principal.
La logia Juan González Río,  que ha historiado la profesora Victoria Hidalgo en su obra sobre la masonería asturiana  del XIX, es la logia no sólo más numerosa,  ya que en el cuadro lógico de su constitución de 1888 se sientan en sus bancos ochenta y siete miembros, luego en el cuadro lógico de 1891 comprobamos que la logia sólo la conforman cuarenta y cuatro afiliados, sin embargo al año siguiente la afiliación sube hasta los cincuenta y dos y concluye al menos documentalmente en 1893, con un listado fechado el 1 de enero  con setenta miembros.[2] Sino que también es la más interesante tanto por las apuestas que hizo, como por la época en que se desarrolló y que la  marcaron como uno de los talleres más progresistas, por su   radical  apuesta por la  modernidad que se refleja en varias de sus actuaciones.
La Juan González Río, como taller bajo los auspicios del Gran Oriente Nacional de España que presidirán cuando Alfredo Vega cuando Rispa Perpiña, opta asimismo por la opción clásica de muchos talleres masónicos, o sea la tendencia republicana que marca las directrices de ese Gran Oriente, y que se observan muy claramente en el órgano de expresión de la logia asturiana: el semanario La Verdad, heredado de la anterior logia.
Y esa  misma opción queda de manifiesto en el resumen que le envían al Soberano Gran Comendador,   con fecha  del 25 de enero de 1890 en la cual le dicen:
“También hemos hecho extensivos nuestros trabajos aliados de los elementos afines a la constitución del nuevo ayuntamiento, llevando al seno de aquella Corporación seis hermanos y alcanzado mayoría los republicanos, derrotando en la elección de Alcalde a las huestes pidalinas, que contaban seguro el triunfo. De este hecho transcendental en la marcha progresiva de nuestra Institución en estos valles, se han ocupado preferentemente los periódicos católicos y monárquicos de esta capital, atribuyendo el triunfo de los demócratas a la influencia masónica que consideran irresistible”[3]
Los seis hermanos masones colocados en el Consistorio  ovetense, eran de  forma certera  Arcadio González Río, hijo de Juan Río,  proveniente  del ayuntamiento anterior; así como Ramón Martínez Elorza,  entran en esta nueva corporación  Manuel González Río y Enrique Gurano López, teniendo que cesar proveniente de la corporación anterior Rafael Pumares, los otros pudieran ser  Manuel Fernández Rodríguez (Protector), industrial que había estado inscrito en Luz Ovetense, y  Trófimo Collar de Peso que trabajaba como oficial de la secretaría del Ayuntamiento. Es muy posible que dado que no tenemos los listados completos de las logias año a año, nos falten los datos necesarios para contabilizar el concejal que nos falta.
 En ese nuevo consistorio estaba también  Leopoldo Alas,  y el alcalde elegido fue Manuel Díaz Argüelles Álvarez Valdés  con 16 votos frente a catorce de Gerardo Berjano. La presencia de francmasones dentro de la Corporación ovetense fue importante, puesto que incluso llegó a estar ocupada la alcaldía por un francmasón,  o que lo sería en un futuro como Ramón Pérez de Ayala.[4]
Otra apuesta de esta logia que se levantó a la memoria de Juan González Ríos, vendrá de la mano  de su base social,  puesto que  ya no estamos ante un taller de la burguesía compuesta por catedráticos y abogados muy conectados  muchos de ellos con los “bloques de poder” locales y regionales, y por lazos ideológicos y culturales,  sino en presencia de una pequeña burguesía comercial y asalariada  que afluye a los talleres y que unido al aperturismo de anexar a la actividad masónica  a las clases populares, arrojó  una diversidad socioprofesional muy distinta a lo acontecido anteriormente. 
Es en ese  momento cuando aparecen en la logia capataces de obra, labradores, zapateros, etc;   producto no del  azar, sino de  un   decidido envite  por incorporar a los bancos de la actividad masónica  a las clases obreras, puesto que pasan a ser consideradas  como uno de los ejes de la sociedad y por tanto eran  merecedores de consideración y respeto, de ahí que se plantee con este cambio de aptitud facilitar su incorporación a los trabajos logiales  y que su acceso no fuera gravoso para sus más que precarios peculios. De hecho se plantea una rebaja en las capitaciones y derechos de exaltación y demás pagos y cuotas. 
Con ese giro  casi copernicano que se produce en 1891, se aborda la reconstitución de la logia, tras una primera fase muy efectista y el posterior abandono de una buena parte de la membresía más burguesa, se plantea como estrategia  el poder recuperar parte de ella el poder sumar a otros colectivos sociales   para conformar  una masonería más  acorde con los tiempos que corrían.
Eso sí, dentro de las mentes de buena  parte de los miembros del taller  parece haber un miedo atroz a  determinadas opciones políticas como las   ideas anarquistas, que más tarde poblarán  las logias del siglo XX. Esa reticencia de las clases burguesas progresistas que pueblan las logias  se manifiesta en el acta de la tenida  del 9 de abril de 1892:
“...Tengamos más que nunca especial cuidado al proponer la admisión[5] de profanos trabajadores, procurando que sean de conducta intachable y que les adornen dotes de virtud y honradez e inteligencia.... y sea realicen trabajos prácticos que tengan resonancia en la vida profana y que al protestar contra los actos reprobados de algunos anarquistas se haga patente el fin humanitario de la masonería”[6]
Por otro lado la incorporación  al mundo masónico del movimiento obrero, sobre manera aquel que estaba  alejado de las ideas anarquistas, que tanto condenaban  algunos miembros de la logia, va a traer consigo la combinación de dos opciones políticas, una muy asentada y pluridiversa como era el republicanismo  y otra que avanzaba  a pasos agigantados  en la sociedad civil y que tiene por ende su repercusión   en la masonería, la cual ni más ni menos que el incipiente movimiento socialista,  opción  por la que se decanta  la logia ovetense de forma clara y rotunda, rompiendo frontalmente con los límites andorsianos que rigen en los talleres masónicos de neutralidad política y religiosa:
“..aunando todos nuestros esfuerzos, nuestra inteligencia y energía, comencemos la lucha, noble, pero porfiada y ruda contra el crimen y la ignorancia y contra la mal llamada Anarquía, tendiendo nuestra mano y abriendo nuestros templos al Socialismo, como uno de los medios que pueden contrarrestar las nefandas teorías del terror”[7]
Esta opción genérica no se queda ahí, sino que en una carta que le envían a Francisco Rispa Perpiñá,  le recomiendan que puesto que va asistir al Congreso de Librepensamiento con motivo del Centenario de Galán, exponga lo siguiente:
“...hagáis ver la necesidad de proteger abierta y decididamente a las clases trabajadoras en el orden político y administrativo y la conveniencia indiscutible de impulsar y apoyar al Partido Socialista.”[8]
 Esta medida de ir creciendo a base   de incorporar a los trabajos masónicos a los obreros manuales  de tendencia socialista, es la que hace que aparezcan miembros como  Juan Nepomuceno Martínez, modesto zapatero que viene a representar  la viva imagen del nuevo espíritu de la   masonería  que desea la logia Juan González Río.
 La peripecia vital  de este zapatero se va recogiendo de aquí y allá, sobre todo de  aquello relacionado con la fundación del socialismo en Asturias. En 1891 lo encontramos como uno de los primeros obreros que recibe el periódico El Socialista,  un ejemplar  que había venido  en 1889 desde Bilbao de manos de  N. Santamarina.
Luego, el inquieto Juan será unos de sus  primeros  suscriptores, ese mismo año en el seno de  la Federación Local de Sociedades que agrupaba a varios sectores encontramos dentro del sector de  los zapateros  y en una de las Juntas Directivas de la Sociedades de Resistencia,  a Juan Nepomuceno  como secretario.
Ese mismo año interviene en el mitin del 1º de Mayo  como  orador.
Juan Nepomuceno de simbólico Cervantes, - con lo que  deja traslucir con tal adopción, el carácter  de un hombre inquieto-,  pasa en los cuatro cursos masónicos, en los  cuales  hallamos su nombre  por los siguientes cargos: Guarda Templo 1889, Secretario Adjunto 1891-92, y 1º Experto en 1893, su grado era el de Maestro Masón (3º).
La aptitud de la logia en cuanto a los temas obreros, va a ser muy determinante en esa línea  que hemos definido, llegando a pronunciarse  ante la situación de los obreros, como así lo hace la  logia ante una visita de Sagasta a Asturias, al que invitan al taller, aunque le disculpan por su no asistencia dados sus múltiples actos protocolarios, aunque aprovechan  para hacerle  patente la difícil situación por la cual estaban atravesando  los obreros de las fábricas de armas de La Vega y Trubia, así como la situación social de los ancianos, para que en el caso de que llegue a la Jefatura del Gobierno “los poderes públicos no les nieguen la práctica  de uno de las más inminentes virtudes sociales: el Trabajo.”[9]
Otra de las cuestiones que llama la atención, es la presencia de una mujer  ocupando un lugar en los bancos de la logia en igualdad de condiciones  que el resto de sus hermanos. Cuestión que choca con las Constituciones de Anderson en las cuales se nos indica que para “ser masón es necesario ser libre”  y evidentemente la mujer en siglo XVIII y XIX estab muy lejos de serlo, al menos autónoma
Este hecho casi insólito tiene su repetición en otro  minúsculo taller sito en la zona central asturiana:  Luz de Bimenes,   logia y  villa  donde encontramos en el año de 1892  a otra mujer: Salvadora Rodríguez Vigón.[10]
La fémina que trabaja codo con codo en la logia ovetense es Eulalia Menéndez Vizcaíno de simbólico Caridad, y  posible esposa de   Pedro Fernández Campa (Graco), industrial hojalatero que también trabaja en el mismo taller. Llama la atención, por que  no había como es clásico en la masonería de la  época una logia de adopción[11] que la acogiera,  hay que tener en cuenta que las Obediencias españolas dudaron durante mucho tiempo acerca de admitir en su seno al elemento femenino puesto que no se quería perder “el reconocimiento” de la Gran Logia de Unida de Inglaterra, lo cual a su vez estaba en contradicción con el espíritu liberal de la sociabilidad masónica española. ésta de  una forma más bien tímida e indecisa va dando pasos para  incorporar con plenos derechos en los  talleres a la mujer, cuestión que nos  vienen a demostrar la presencia en las actas y por la posesión de diversos grados de  Eulalia Menéndez Vizcaíno en una logia masculina como la Juan González Río, taller que marcó todo un reto en la masonería asturiana.
Víctor Guerra.
Miembro de CEHME (Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española) 
[1] AHNS. Expedientes  A- 739-/3-1; 3-3; 3-5; 9-1.
[2] Ibidem. Expedientes  A- 739/ 3-1.
[3] AHNS. Expediente 739./A 3-4.
[4] Ramón Pérez de Ayala , en su expediente masónico instruido por el Tribuna de Represión de la Masonería sólo se recoge que había solicitado ser admitido dentro de la masonería, en concreto la solicitud fue presentada ante la logia Ibérica nº 7. Se recogía dicha noticia del Boletín  del GOE nº 220 de fecha del 27 agosto de 1910, y se cita también en dicho expediente que su  pertenencia venía dada porque se le citaba y aparecía su fotografía a en el libro La masonería al Desnudo de   Ferrari Biloch, al que dicho tribunal  cita a declarar para recabar de dónde había sacado tal conclusión. AHNS. Exp. 8 Legajo 317.
Gómez Molleda en su libro ya citado, lo  da sin ningún tipo de reticencia  como miembro de la masonería, en su relación de parlamentarios pertenecientes a la Orden; lo mismo con  Ferrer Benimeli  que lo cita en su libro: La masonería española contemporánea. Volumen II. Edt. Siglo XXI.
[6] ANHS. Expediente 739/ 3-5.
[7] Ibidem.
[8] Carta que envía la Juan González Río en abril de 1892. AHNS. Expediente  739/ 3-7
[9] AHNS.  Expediente 739-A 3.
[10] Su biografía y periplo pueden verse en GUERRA, Víctor.: La Masonería en Asturias 1850-1938. Los francmasones de la Comarca de la Sidra . Editorial  KRK. Oviedo, 2000.
[11] Logia que está compuesta exclusivamente por mujeres, sus orígenes provienen  del siglo XVIII, ya que los talleres femeninos debían estar bajos los auspicios  de un taller regular (masculino) que velaba y regía sus trabajos.
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